sábado, 1 de agosto de 2009

¡MAGIA CANDOMBERA EN LA BIBLIO!



Los otros en su inocencia, venían exaltados, contentos. Yo tenía un nudo en el estómago; me vino a la cabeza una pregunta que desde mi primer día de clases en la primaria me acompaña en estas situaciones ¿Qué carajo hago acá?
Eran las seis y media de la tarde y no había ni rastros de la gente que iba a venir.
Bajamos los tambores.
Atraída, quizás, por el exotismo de sus colores, alguna vecina salió a barrer la vereda en ese horario en el que generalmente hace otra cosa.
Alguien dio el puntapié inicial: se prendió el fueguito y empezó la magia, empezó el candombe.
Atraídos por el fuego, su milenaria fuerza que hipnotiza y convoca, empezó a descolgarse la muchachada. Estudiantes de música, maestros, bailarines, curiosos, gente del palo de la murga, del carnaval se iban arrimando para ver qué era esto del candombe. Desde todos los puntos cardinales se descuelga gente: mujeres, muchachos y hasta algún niño se llega a la biblioteca.
Después de los primeros mates, la cosa se desliza como sobre ruedas. Cada vez llegaba más gente y el nudo en mi estómago empezaba a aflojarse dando lugar a un leve cosquilleo de adrenalina y excitación. Ni hablar cuando alguien marcó una clave sobre el tambor. Borocotó- chas- chas…
Hay algo que recorre todo mi cuerpo y quiere escaparse por las manos cada vez que el candombe va a empezar. Un amigo, el taita Serra dice que en esos momentos se me ve poseído y mi señora no se me arrima porque dice que le doy miedo. Es el candombe: hay que animarse a sentir.
Algunos se miran extrañados; se codean, alguien pide silencio cuando el tambor llama y la cuerda empieza a zumbar. Nadie sabe qué va a pasar en los minutos posteriores.
Largó el toque para que el candombe muestre por sí solo su magia, su poder primitivo que te atrae y te seduce. Suenan los parches y de repente el candombe llega, se instala y nos posee:
“Cuando yo siento un tambor / yo no sé lo que me pasa/ la sangre se me alborota/ y el santo me quiere dar” Jorginho Gularte
Después vino el taller: entre charlas, ejercicios rítmicos, caminatas y algunos chistes pasaron dos horas sin que nos diéramos cuenta. Esto se debe, en gran parte, a la buena onda de la gente que se arrimó. Sus ganas de aprender, su participación.
Lo mejor llegó al final: toque de despedida y la gente que se suma espontáneamente con lo que aprendió. Algunos no tenían vergüenza, otros se refugiaban en un rincón o se metían las manos en los bolsillos para que no se notara que estaban bailando.
Cuando se acercaban para despedirse vi que muchos se iban contentos, supe que al más allá de lo estrictamente musical, alguien había sentido algo parecido a lo que sentimos nosotros cada vez que nos colgamos un tambor.
Es ahí cuando nuestro objetivo se cumple y cuando el nudo en mi estómago cede por completo.
¿Qué carajo hago acá? Me río de este fantasma inquisitivo para que se escabulla avergonzado.
Sé que en cualquier momento vuelve a aparecer…

¡Muchas gracias por la buena onda y nos vemos pronto! ¡La cuerda está disponible para lo que necesiten! La pasamos genial.

Leonardo Massimino.










¡ENCUENTRO CANDOMBERO!






















¡Qué energía y alegría inundaron la biblioteca con la cuerda de tambores Ctalacandombe ayer! En un rato esperamos unas palabras de uno de los organizadores, Leo Massimino. Les mostramos algunas fotos para que vivencien el encuentro.










INTERNET EN LA BIBLIOTECA

¡Ya tenemos internet! Luego de: poner a punto y en red las cuatro PC donadas por la Fundación Banco Galicia, que nuestro Carpintero más querido diseñe y arme los escritorios para las máquinas, que nuestro Chino- poco asiático y más marcosjuarence que nunca- termine el trámite de solicitud de servicio, en fin.... lo logramos!
Sepan, socios, socias y visitantes de todas las edades, que pueden contar con este servicio para la búsqueda de información, habiendo agotado la búsqueda en los materiales bibliográficos. No contamos con servicio de impresión.