viernes, 21 de mayo de 2010

LILIANA COMELLO LLEVA NUESTROS LIBROS AL GERIATRICO!


Liliana Comello, voluntaria de nuestra biblio, está yendo a leer y acercar lecturas a los abuelos del geriátrico de Nidia Musso. A continuación publicamos un texto que nos hizo llegar, después de su primer encuentro. Gracias Lili por colaborar!

Compartir una lectura…




Esta frase deslizó Virginia Maggi en una reunión de voluntarias -¡voluntarias para leer!- en la Biblioteca Lidia Cesanelli y con esa premisa el Miércoles 21 de abril de 2010, partí hacia la Residencia Geriátrica privada de Nidia Musso, previo ok de Nidia, la dueña del lugar y previa selección -junto a Paula Celaya bibliotecaria- del material a llevar y dejarles a los abuelos para que “ojeen” durante quince días, que es el tiempo en el cual voy a volver a verlos y renovar el stock.

Entre lo elegido había revistas de bordado, de utilísima, diarios, novelas de Corin tellado y muchas cosas más.
Todo eso lo llevé en una maleta con ruedas.

Llegué, me presenté. Es fuerte…se siente un ambiente de desazón, ternura, enojo, tristeza que se desprende de estas personas sentadas alrededor de una mesa… ¿Qué pasará por esas mentes? Fue la primera pregunta que pasó por la mía…
Dijeron:
- ¿hija de? ahh si

- ¿y tu mamá es?….
Acto seguido conté que voy siempre a la Biblioteca y que los integrantes de esa institución tienen, tengo… el deseo de compartir la lectura… bla bla bla bla.
Luego leí el cuento sufi: ¿Buena suerte o mala suerte? Ninguna apología de nada eh, son cuentos que me gustan y punto.
Escucharon con atención, no pude, no aguanté y les expliqué el cuento…
Después les repartí todo lo seleccionado para ellos.
Muchas mujeres miraron con atención, hacían comentarios, otras tomaban mate.
Algunas decían que no podían ver bien y que estaban un poco sorda.
Una preguntó:
-¿Qué tengo que hacer? No entiendo nada, estoy resorda, ¿son para comprarlas?
Me acerqué a las que estaban entredormidas en las sillas y les mostré algunas revistas, observaban con interés.
Una de las enfemeras colaboró en un momento y recorrió las mesas para estimular la lectura.
Conversé con cada una, registré sus nombres en una libreta
Les pedí permiso para tomarles algunas fotos.

Había llevado música pero para un primer encuentro me pareció mucho.
A la media hora escucho una voz:
- ¡Ahhhhhhhh! ¡Vos sos la Lili!
Era un tío mío, -uno de los dos hombres del grupo el otro dormía en una silla- que se dio cuenta de repente… eso que apenas llegué lo saludé y le dije quien era…
Una señora me preguntó:
- ¿Que quiere decir Apocalipsis?
Le contesté:
- El fin del mundo, ¿por qué?
- Ah porque lo vi en una revista donde se pintaban los vidrios…
Busqué la revista para saber de que me hablaba, pero ya estaba todo guardado en la maleta y Porota (así le dicen a ésta anciana divina) no recordaba ni la tapa. La maleta quedó sobre un mueble a la espera ansiosa que alguien meta mano.
Duró 45 minutos la actividad, esto es un breve relato de lo que pasó hoy entre las 10 y las 10:45.



Me fui camino a casa con mi mochila al hombro –esta imagen me recuerda a dos personajes de series de televisión… a ver ¿cuáles? – mientras rumiaba estrategias para el próximo encuentro.
Yo me creo un poco guapa, pero les repito y les confieso: ES FUERTE.

Pd: Si tienen lupas de más en su casa… ¿ Me las alcanzan?, las voy a necesitar.
Adjunto cuento (cambié Allah por Dios al leerlo)



¿Buena suerte o mala suerte?

Había una vez un hombre que vivía con su hijo en una casita del campo. Se dedicaba a trabajar la tierra y tenía un caballo para la labranza y para cargar los productos de la cosecha, era su bien más preciado. Un día el caballo se escapó saltando por encima de las bardas que hacían de cuadra. El vecino que se percató de este hecho corrió a la puerta de nuestro hombre diciéndole:

-Tu caballo se escapó, ¿que harás ahora para trabajar el campo sin él? Se te avecina un invierno muy duro, ¡qué mala suerte has tenido!

El hombre lo miró y le dijo:

-¿Buena suerte o mala suerte? Sólo Allah lo sabe.

Pasó algún tiempo y el caballo volvió a su redil con diez caballos salvajes con los que se había unido. El vecino al observar esto, otra vez llamó al hombre y le dijo:

-No solo recuperaste tu caballo, sino que ahora tienes diez caballos más, podrás vender y criar. ¡Qué buena suerte has tenido!

El hombre lo miró y le dijo:

-¿Buena suerte o mala suerte? Sólo Allah lo sabe.

Más adelante el hijo de nuestro hombre montaba uno de los caballos salvajes para domarlo y calló al suelo partiéndose una pierna. Otra vez el vecino fue a decirle:

-¡Qué mala suerte has tenido! Tu hijo se accidentó y no podrá ayudarte, tu eres ya viejo y sin su ayuda tendrás muchos problemas para realizar todos los trabajos.

El hombre, otra vez lo miró y dijo:

-¿Buena suerte o mala suerte? Sólo Allah lo sabe.

Pasó el tiempo y en ese país estalló la guerra con el país vecino de manera que el ejército iba por los campos reclutando a los jóvenes para llevarlos al campo de batalla. Al hijo del vecino se lo llevaron por estar sano y al de nuestro hombre se le declaró no apto por estar imposibilitado. Nuevamente el vecino corrió diciendo:

-Se llevaron a mi hijo por estar sano y al tuyo lo rechazaron por su pierna rota. ¡Qué buena suerte has tenido!

Otra vez el hombre lo miró diciendo:

-¿Buena suerte o mala suerte? Sólo Allah lo sabe.